La figura del intercesor

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El intercesor es una figura clave dentro del plan de la salvación. Muchos hemos llegado a conocer a Jesús como nuestro gran intercesor en el santuario celestial. Hemos llegado a identificarlo con el mismo intercesor que está ahora por nosotros en este mundo, el espíritu santo; el espíritu de Jesús, el parácletos. Nuestro abogado o mediador.

Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. 1 Timoteo 2:5

¿Será que nos corresponde entrar en esta misma tarea, siendo que el mediador es uno solo? ¿Será que tenemos algún encargo de llevar adelante esta tarea de interceder?

Algunos están enfermos y han perdido la esperanza. Devolvedles la luz del sol. Hay almas que han perdido su valor; habladles, orad por ellas. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leedles de la Palabra de Dios. Hay una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede alcanzar, ninguna medicina curar. Orad por estas [almas] y traedlas a Jesucristo. Y en toda vuestra obra Cristo estará presente para impresionar los corazones humanos.—El Ministerio de la Bondad, 75. {Or 292.4}

En toda nuestra obra Cristo está presente. Podemos impartir la palabra de la reconciliación con Dios con total y segura confianza, como nos insta Pablo.

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 1 Corintios 5:18-19

Estos enfermos que han perdido la esperanza aguardan que venga aquel intercesor que los guíe nuevamente a una comunión con su Padre celestial. ¿Qué significa ser un intercesor? ¿Quién encaja dentro de este rol o función? ¿Cómo podemos llevar adelante esta tarea para logar traer el descanso hacia todos quienes lo necesitan?

Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno. Gálatas 3:20

Al recibir el espíritu de Jesús y manifestarlo en nuestra carne, intercedemos por nuestros hermanos. En primera instancia debemos entender que el mediador no lo es de uno solo. Es decir que uno puede ser mediador de muchos. Por otra parte, Dios es uno. Nos encontramos entonces en una posición donde de un lado está Dios, quien es uno solo, y del otro lado, muchos, quienes se hallan en una posición donde necesitan del mediador para poder reconciliarse con Dios.

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia… Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Efesios 2:1-7

Este texto nos añade mayor luz. El intercesor tiene una tarea importante y por lo tanto se le debe infundir la autoridad para hacerlo, y esa autoridad viene de las palabras de Cristo. Cuando nos hallamos con una de estas almas enfermas que necesita alcanzar la reconciliación con Dios, debemos considerar que 1) se hallan muertas en delitos y pecados, 2) aún muertos en pecados, Dios desea darles vida juntamente con Cristo (y ahí está nuestra tarea, llevarles esa vida) y 3) juntamente con Cristo (El mediador) son resucitados y sentados en los lugares celestiales. Nos preguntamos qué significa esto para nosotros ¿Cuál es el descanso que debemos llevarle a cada persona? ¿Cómo lo hacemos y por qué somos necesarios en medio del proceso?

Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie. Zacarías 3:1-5

Tenemos la siguiente situación. Alguien muerto en delitos y pecados, en este caso Josué. Sabemos que está muerto en delitos y pecados porque acaba de ser arrebatado del incendio como un tizón y en la presencia de Jehová está vestido de vestiduras viles. No puede estar presente en el monte santo de Dios con su suciedad, por eso debe ser purificado. En la diestra de Jehová está la salvación como podemos comprobar con incontables textos, particularmente presentes en el libro de los Salmos. Cuando el Señor se encuentra a nuestra diestra, hay salvación.

Porque él se pondrá a la diestra del pobre, Para librar su alma de los que le juzgan. Salmos 109:31

Esto nos habla de la tarea del intercesor. Pero hay un problema, en el caso de Josué, hay alguien más a su diestra, el acusador, y está allí para acusarlo con argumentos lamentablemente válidos, porque Josué no puede negar sus vestiduras viles. Las palabras de Jesús, el ángel de Jehová, traen la salvación para Josué. Las vestiduras blancas, la mitra limpia y la limpieza de los pecados se hacen mientras Cristo está de pie ante Josué mientras éste ordena todo aquello que trae salvación para Josué.

Por tanto, comprendemos que la tarea del intercesor va mucho más allá de simplemente orar por una persona. Cuando intercedemos, nos presentamos con el espíritu de Cristo, oramos para que las brechas en la vida de esa persona sean cerradas, sea vestida de vestiduras blancas y sea puesta mitra limpia sobre su cabeza. El espíritu de Cristo en nosotros reprende al acusador para que se aparte de esa persona, y por lo tanto sus argumentos ya no son válidos viendo que las vestiduras viles han desaparecido. El problema del acusador es que él asegura tener el derechos sobre estas almas enfermas y disputa su propiedad con Cristo, quien los ha librado con su sangre.

[Satanás] induce a los hombres al escepticismo, haciéndoles perder la confianza en Dios y separarse de su amor; los induce a violar su ley, luego los reclama como cautivos suyos y disputa el derecho de Cristo a arrebatárselos. Sabe que aquellos que buscan a Dios fervientemente para alcanzar perdón y paz, los obtendrán; por lo tanto les recuerda sus pecados para desanimarlos. Constantemente busca ocasión de acusar a aquellos que procuran obedecer a Dios. Trata de hacer aparecer como corrompido aun su servicio mejor y más aceptable. Mediante incontables designios muy sutiles y crueles, intenta obtener su condenación. {CPI 639.1}

Este acto de acusación, reclamo de la persona y dominio del enemigo sobre aquella alma la vemos reflejada en las palabras de Job. Por otra parte, tenemos los incansables esfuerzos de parte de Cristo para que a través de esa prueba, esa alma sea edificada y fortalecida, y nunca destruida y desanimada. Aquí veremos la maravillosa obra del intercesor en la vida de un alma necesitada.

También sobre su cama es castigado
Con dolor fuerte en todos sus huesos,
Que le hace que su vida aborrezca el pan,
Y su alma la comida suave.
Su carne desfallece, de manera que no se ve,
Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
Su alma se acerca al sepulcro,
Y su vida a los que causan la muerte.
Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mediador muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber;
Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención;
Su carne será más tierna que la del niño,
Volverá a los días de su juventud.
Orará a Dios, y este le amará,
Y verá su faz con júbilo;
Y restaurará al hombre su justicia.
Él mira sobre los hombres; y al que dijere:
Pequé, y pervertí lo recto,
Y no me ha aprovechado,
Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro,
Y su vida se verá en luz.
He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre,
Para apartar su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
Job 33:19-30

Dos y aún tres veces deberíamos estar realizando esta tarea por los nuestros, por todo aquel que consideramos nuestro prójimo. Nuestro mensaje debe ser: Dios tiene misericordia de tí, él te ha librado de descender al sepulcro, él te halló redención. Este es tu deber. Aquella alma enferma pero arrepentida confesará sus pecados en compañía del intercesor y será restablecida a la plena salud, y su vida se verá en luz.

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