El amor de un padre

Close-up of a child's hand resting gently on a man's hand, symbolizing love and support.

Dios en su Palabra nos deja amplias enseñanzas acerca del amor de un Padre, o más bien del hecho de que él es el que nos ama como que nosotros somos sus hijos.

¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová. (Jer 31:20)

Para los que ya caminamos en la fe del Padre y el Hijo, resulta maravilloso encontrar un texto bíblico en el Antiguo Testamento que refleje la identidad y el valor transmitidos del Padre a su Hijo en Mateo 3:17. En esta instancia diciéndoselo a su hijo rebelde, con quienes bien podemos identificarnos:

Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. (Mat 3:17)

Hallamos además muchos textos más donde Dios nos promete el amor de un Padre:

Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá. (Sal 27:10)

En caso de que nuestras relaciones familiares en la tierra hallan fallado, Él promete acogernos en sus brazos. Y no solo eso, sino que proveerá un medio para que comprendamos su amor dentro de los lazos terrenales que Él desea perfeccionar para nuestra educación:

Padre de huérfanos y defensor de viudas Es Dios en su santa morada.

Dios hace habitar en familia a los desamparados;

Saca a los cautivos a prosperidad;

Mas los rebeldes habitan en tierra seca. (Sal 68:5-6)

Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. (Sal 103:13)

Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere. (Proverbios 3:12)

En su plegaria, Isaías llama a Dios su Padre, considerando el rechazo de Abraham y de Israel simbólicamente y como un voto de confianza en su Dios

Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre. (Isa 63:16)

Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros. (Isa 64:8)

La misma apelación de ser considerado como Padre es dictada a Jeremías por el espíritu:

A lo menos desde ahora, ¿no me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud? (Jer 3:4)

Yo preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad de las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mí. (Jer 3:19)

A través del profeta Malaquías también tiene Dios la intención de revelarse a su pueblo como un Padre

El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? (Mal 1:6)

Pero el pueblo de Israel separa y divide, considerando a Abrahám su padre, y a Dios su creador, independientemente de vínculos familiares:

¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres? (Mal 2:10)

Los judíos no tenían excusa. Tuvieron la posibilidad de conocer a Dios como un padre, pero al igual que nosotros, lo hemos rechazado formándonos otro dios que no tiene ningún vínculo familiar con nadie. Incluso en sus ideas erróneas acerca del carácter de Dios, sabían que Dios tenía un Hijo

Servid a Jehová con temor,

Y alegraos con temblor.

Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;

Pues se inflama de pronto su ira. (Sal 2:11-12)

¿Quién subió al cielo, y descendió?

¿Quién encerró los vientos en sus puños?

¿Quién ató las aguas en un paño?

¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?

¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? (Prov 30:4)

Por tanto, la cuestión en épocas de Jesús en debate con los fariseos no era si Dios tenía un hijo o no, sino si Jesús era ese Hijo de Dios:

Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. (Mat 26:63-64)

Y de hecho, el ejemplo de Cristo es nuestro modelo a seguir. Él es el único personaje en los evangelios que se refiere a Dios como Padre:

En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. (Luc 10:21)

Y de hecho nos insta a que lo llamemos de la misma forma:

Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre… (Luc 11:2)

Y de hecho, declaración más clara que la siguiente no puede haber:

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Luc 11:13)

Entonces, ¿por qué es tan dificil ver a Dios como un Padre? Cuando pensamos en el título de Padre, ¿quién es el primero que se nos viene a la mente, terrenalmente? ¿un papá, un tío, un abuelo, un hermano mayor, un niñero, un cura católico? ¿Quién ocupó el lugar de padre para nosotros?

¿Y si ya somos padres?

Entonces es una excelente oportunidad para comenzar a aprender acerca del carácter de Dios a través de toda buena dádiva y todo don perfecto que desciende de lo alto, del padre de las luces.

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