La prueba del cristiano: contemplando el carácter de Dios en las dificultades

A man sits alone at a table in a bright room, displaying deep contemplation.

La prueba de Job parece ser difícil de comprender para muchos, principalmente por el hecho de que nos parece injusta. No había ninguna razón por la cual Job debía estar sufriendo, y es entendible; Este pensamiento viene de la idea de que sufrimos cuando hacemos cosas malas y disfrutamos la vida cuando hacemos cosas buenas. Este es un concepto que rige el mundo cristiano actual.

Para el mundo cristiano, principalmente dentro del catolicismo reina la idea de que si viviste una buena vida como cristiano, entonces te corresponde ir a disfrutar del cielo en el mismo instante que se te acaba la vida. Por otra parte, si llevaste una vida mala, entonces te corresponde instantáneamente comenzar a pagar tu deuda en el infierno. Lo cual implica que todos, tanto Dios como Jesús, ángeles buenos como malos, están trabajando en conjunto por un mismo propósito: Recompensar a los buenos y castigar a los malos. Todo cristiano pensante en algún momento se hace la pregunta: Si los demonios están castigando a los culpables, ¿entonces están haciendo una obra justa?

La biblia en ningún lado dice que los hombres buenos van a vivir felices y los hombres malos van a sufrir en esta tierra. Al contrario, se nos advierte en contra de la frustración de ver a los hombres malos prosperando, y respecto de aquellos que buscan vencer el mundo se nos dice

En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33

Cosas buenas y cosas malas les tocarán a todos. El área de las riquezas es más complejo, principalmente para los padres de familia, porque de fábrica traen un chip que les indica que ellos son los proveedores de su familia, y en la mayoría de los casos no soportarán ver a uno de los suyos padeciendo alguna necesidad.

Estudiemos el caso de Job y veamos qué es lo que Satanás estaba intentando lograr detrás de los sufrimientos que atrajo sobre él:

El propósito del gran rebelde consistió siempre en justificarse, y en hacer aparecer al gobierno de Dios como responsable de la rebelión. A ese fin dedicó todo el poder de su gigantesca inteligencia. Obró deliberada y sistemáticamente, y con éxito maravilloso, para inducir a inmensas multitudes a que aceptaran su versión del gran conflicto que ha estado desarrollándose por tanto tiempo. Durante miles de años este jefe de conspiraciones hizo pasar la mentira por verdad. [CI 119.1]

Y vemos que tuvo éxito desde un inicio, porque eso mismo declaró Adán al encontrarse con Dios

Después que Adán y Eva hubieron comido de la fruta prohibida, los embargó un sentimiento de vergüenza y terror. Al principio, sólo pensaban en cómo podrían excusar su pecado y escapar a la temida sentencia de muerte. Cuando el Señor les habló tocante a su pecado, Adán respondió echando la culpa en parte a Dios y en parte a su compañera: “La mujer que pusiste aquí conmigo me dió del árbol, y comí.” La mujer echó la culpa a la serpiente, diciendo: “La serpiente me engañó, y comí.” ¿Por qué hiciste la serpiente? ¿Por qué le permitiste que entrase en el Edén? Esas eran las preguntas implicadas en la excusa que dió por su pecado, y de este modo hacía a Dios responsable de su caída. El espíritu de justificación propia tuvo su origen en el padre de la mentira, y lo han manifestado todos los hijos e hijas de Adán. Las confesiones de esta clase no son inspiradas por el Espíritu divino, y no serán aceptables para Dios. [CC 40.2]

Justificación propia, culpar a Dios como responsable. Estos dos pasos que Lucifer planificó para la caída del ser humano, perfectamente ejecutados en la caída de Adán y Eva. Desde entonces se implantó en la mente del ser humano que todo culpable debe morir, y esa semilla que plantaba que Cristo como creador de la raza humana había dispuesto todo de manera que la humanidad cayera, creció, se desarrolló y dio su fruto en el preciso momento que Cristo muere en la cruz. Entregado en manos de la raza humana, es acusado mentirosamente, condenado y ejecutado bajo la muerte más vergonzosa y humillante que tenían a su alcance. Vemos que el principio de que todo pecado necesita un castigo también fue planificación del engañador.

Al principio de la gran controversia, Satanás había declarado que la ley de Dios no podía ser obedecida, que la justicia no concordaba con la misericordia y que, si la ley había sido violada, era imposible que el pecador fuese perdonado. Cada pecado debía recibir su castigo, sostenía insistentemente Satanás; y si Dios remitía el castigo del pecado, no era un Dios de verdad y justicia. {DTG 709.5}

El poder condenador de Satanás lo conduciría a instituir una teoría de justicia inconsistente con la misericordia. Él afirma ser la voz y el poder de Dios. Sostiene que sus decisiones son justas, puras y sin fallas. Es así como asume su postura desde el asiento del juicio declarando que sus pronunciamientos son infalibles. Pero su justicia carente de misericordia no es más que una falsificación de la verdadera justicia: algo que Dios aborrece. {CT 13.4}

La lógica es la siguiente, si todo pecado debe ser castigado, entonces toda buena obra debe ser recompensada. Esto nos lleva a fabricar nuestras propias obras con tal de obtener la salvación. Nos portamos bien porque entonces sabemos que podemos reclamar el cielo, cuando este es un regalo, y la perdición es una elección. A través de este falso sistema de justicia Satanás agota y vacía de esperanza a los seres humanos para que se sientan frustrados y vacíos cuando las cosas salen mal. Pero si vamos a la biblia, nos encontraremos con que la realidad es diferente:

Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos.
Porque no tienen congojas por su muerte,
Pues su vigor está entero.
No pasan trabajos como los otros mortales,
Ni son azotados como los demás hombres.
Por tanto, la soberbia los corona;
Se cubren de vestido de violencia.
Los ojos se les saltan de gordura;
Logran con creces los antojos del corazón.
Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;
Hablan con altanería.
Ponen su boca contra el cielo,
Y su lengua pasea la tierra.

Salmos 73:3-9

Con respecto a los justos, el salmista es bastante claro

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,

Y haced oír la voz de su alabanza.

Él es quien preservó la vida a nuestra alma,

Y no permitió que nuestros pies resbalasen.

Porque tú nos probaste, oh Dios;

Nos ensayaste como se afina la plata.

Nos metiste en la red;

Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.

Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;

Pasamos por el fuego y por el agua,

Y nos sacaste a abundancia.

Salmos 66:8-12

Y de hecho, ser probados es la manera, quizá la única manera en que podemos entender un poco más lo que Dios quiere enseñarnos. Lo necesitamos por la dureza de nuestros corazones y porque somos lentos para oír.

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Santiago 1:2-3

Dios estaría gozoso de ver que estamos completamente dispuestos a escuchar su voz. Si él simplemente nos dijese “Este es el camino, andad por él” y nosotros guardáramos esas palabras en nuestro corazón y consecuentemente obráramos acorde, seguro que la historia de la redención habría durado mucho menos y las cosas hubieran sido muy diferentes. Pero no somos capaces de hacer eso en la mayoría de los casos. Necesitamos del mediador que venga y nos indique cuales son los pasos a seguir. Necesitamos de aquel que viene con el espíritu de Cristo a indicarnos lo que es mejor para nosotros.

Cuando estamos siendo probados es porque Satanás tiene una razón por la cual nos está señalando y está diciéndole a Cristo “Mira, sus vestidos están manchados, yo tengo la autoridad para reclamarlo. Verás como te insulta en tu propio rostro” y eso fue exactamente lo que intentó hacer con Job.

La pregunta que nos hacemos es, ¿qué tenía en contra de Job? Era hombre recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Aparentemente no había brecha por la cual el enemigo pudiera entrar. No había ninguna razón por la cual tenía que estar sufriendo. Pero el caso de Job nos deja algunas enseñanzas que iremos descubriendo.

La brecha

Entendemos como la brecha aquel principio por el cual nos apartamos de la ley de Dios, hacemos una brecha en el muro protector y el enemigo tiene un lugar por donde pasar. Sabemos que la brecha puede ser cerrada por un intercesor hasta que la víctima pueda reconciliarse con Dios nuevamente. Esto era exactamente lo que Job necesitaba.

También sobre su cama es castigado con dolor fuerte en todos sus huesos, que le hace que su vida aborrezca el pan, y su alma la comida suave. Su carne desfallece, de manera que no se ve, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen. Su alma se acerca al sepulcro, y su vida a los que causan la muerte.

Si tuviese cerca de él algún elocuente mediador muy escogido, que anuncie al hombre su deber; que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención; su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud.

Orará a Dios, y este le amará, y verá su faz con júbilo; y restaurará al hombre su justicia. Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz.

He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los vivientes.

Job 33:19-30

Cómo Job llega a abrir una brecha cuando no había ninguna tiene una explicación muy simple. Nuestras ideas equivocadas acerca del carácter de Dios salen a la luz cada vez que somos probados. En Job vemos que este proceso es instantáneo, igual que en todos nosotros. No había ninguna razón para que el enemigo tuviera acceso a Job, era varón perfecto, estaba en línea con la ley de Dios. Incluso era un intercesor para sus hijos (Job 1:5).

Al ser entregado en las manos del enemigo, lo primero que se manifiesta es su concepto erróneo acerca de Dios, que toda esa destrucción venía de su mano. En primera instancia tenemos el testimonio del mensajero:

Aún estaba este hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia. Job 1:16

Por supuesto, ante semejante secuencia de desgracias, lo primero que uno se pregunta es “¿qué he hecho?”. Job tuvo la posibilidad de postrarse en oración y pedirle a Dios que le mostrara lo que él había hecho mal. Incluso si su concepto de buena obra = recompensa y mala obra = castigo estaba actuando, bien podría haberse arrodillado y preguntado a Dios ¿qué hice para que me sobrevenga todo este mal?

Pero cuando sus amigos le plantean la idea de que algo debió haber hecho para que le sobrevenga todo ese mal, él irónicamente responde:

Enseñadme, y yo callaré; hacedme entender en qué he errado. Job 6:24

Y en el mismo momento que recibe la noticia de las grandes pérdidas, él declara con toda seguridad.

Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno. Job 1:20-22

Y nuevamente después de perder la salud

Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios. Job 2:9-10

La prueba hace salir a la superficie cualquier concepto errado que tengamos acerca de Dios. En el caso de Job hace salir principalmente dos cosas: 1) La justificación propia, el hecho de que él se consideraba lo suficientemente justo como para no merecer el padecimiento de ningún mal y 2) Considerar que Dios fue quien quitó. Aunque Job no atribuyó a Dios despropósito alguno y no lo blasfema ni lo insulta, incluso tiene una muy buena respuesta para su esposa quien deseaba instarlo a pecar contra Dios, se revelan dos cosas, aquellas dos que Satanás formuló desde el principio: Justificación propia y echar la culpa de lo sucedido sobre Dios.

Podemos vivir toda nuestra vida pensando que de Dios vienen las maldiciones y aún así ser salvos. Podemos vivir como Job, y que el lema de nuestra vida sea “Dios dio y Dios quitó, alabado sea su nombre”. Una declaración de este estilo nos ayuda a sobrellevar una vida de aflicciones considerando que realmente no entendemos lo que pasa en el trasfondo del reino espiritual, que no tenemos idea las ocurrencias que pasan por la mente de Dios, pero aún así sumisos a su voluntad y entendiendo que él es mas sabio que nosotros y que sus caminos son más altos que los nuestros. Pero vivimos en un tiempo donde tenemos las herramientas suficientes para entender lo que está sucediendo en el trasfondo.

En Job tenemos un caso extremo. Ninguno de nosotros esperamos perder todas nuestras riquezas, nuestra casa, 10 hijos y nuestro cónyuge en un solo día. En Job tenemos lo que a la vista de los hombres es el caso más injusto posible, y esto nos prueba. Leer la historia de Job es colocar un megáfono frente a nuestras bocas que amplifique lo pensamos acerca de Dios. Lo que expresemos acerca del carácter de Dios es clave para entender cuál es el proceso que necesitamos de aquí en adelante para conocer más a Dios y revela algo de nuestra condición espiritual. Job no atribuyó a Dios despropósito alguno, pero la gran mayoría de los que leen la historia de Job, sí.

La refinación del cristiano

Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios. Zacarías 13:8-9

Supongamos que soy una persona que confío plenamente en la protección de Dios. Hace ocho años hago el mismo recorrido de 6 cuadras al lugar de mi trabajo. Salgo todos los días de mi casa a las 7:30 y regreso por el mismo camino todos los días a las 16:30. Jamás me sentí tan seguro en mi camino al trabajo y tengo la completa seguridad de que Dios va conmigo todos los días. Después de ocho años, un día me asaltan y me roban el sueldo del mes que acabo de cobrar

“¡Dios! ¿Por qué no estuviste conmigo?”

Seguramente esa será mi primera reacción. Señor, siempre confié en tí, siempre me cuidaste, ¿por qué hoy no lo hiciste? Pero la biblia cuenta con una promesa

…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:20

Pero, prometió que estaría conmigo todos los días hasta el fin del mundo.

Tengo la opción de echarle la culpa a Dios y declarar que él me quitó su protección o que me entregó al enemigo.
Tengo la opción de decir que el texto de Mateo 28:20 no significa que verdaderamente estará con nosotros hasta el fin del mundo.
Tengo la opción de entender que eso fue el inicio de una prueba de la cual debo aprender algo…

Suponiendo que gracias a la sabiduría de Dios puedo elegir la tercera opción, ¿tengo algún texto en la biblia que me ayude a confirmar esto?

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28

Podemos tener una perspectiva diferente de la vida si sabemos que si amamos a Dios, todas las cosas nos ayudarán a bien y todo tiene un propósito del cual podamos aprender, pero en primera instancia debemos ser de aquellos que aman a Dios, y para eso necesitamos no estar señalando con nuestro dedo todo aquello en lo cual consideramos que él se equivocó.

Así es como somos probados, y la vida puede estar llena de estas pruebas, pero a medida que adoptemos una actitud de disposición a ser transformados, a asir su brazo e insistir en sus promesas, a medida que nos comprobamos a nosotros mismos que estamos dispuestos a abandonar cualquier rasgo de carácter errado con tal de representar mejor a Cristo, la perspectiva de las cosas será diferente. Satanás ya no podrá tentarnos a pecar con muchas clases de pruebas porque verá que ya no tienen efecto sobre nosotros.

Satanás se regocija cuando puede inducir a los hijos de Dios a la incredulidad y al desaliento. Se deleita cuando nos ve desconfiar de Dios y dudar de su buena voluntad y de su poder para salvarnos. Le agrada hacernos sentir que el Señor nos hará daño por sus providencias. Es obra de Satanás representar al Señor como falto de compasión y piedad. Tergiversa la verdad respecto a El. Llena la imaginación de ideas falsas tocante a Dios; y en vez de espaciarnos en la verdad acerca de nuestro Padre celestial, con demasiada frecuencia nos fijamos en las falsas representaciones de Satanás, y deshonramos a Dios desconfiando de El y murmurando contra El. Satanás procura siempre presentar la vida religiosa como una vida lóbrega. Desea hacerla aparecer trabajosa y difícil; y cuando el cristiano, por su incredulidad, presenta en su vida la religión bajo este aspecto, secunda la mentira de Satanás. {CC 116.2}

Satanás nos tienta, por ejemplo, en cuanto al trato que tenemos con las demás personas. Constantemente está tentándonos a maltratar a otros cuando no se desempeñan bien para con nosotros, y cada vez que nos enojamos con alguien culpamos a esa persona y a Dios. Acusamos al prójimo de no colaborar con nosotros y nos enoja que Dios nos haya puesto a semejante inútil frente a nosotros. Luego entendemos el carácter de Cristo, entendemos su trato con los demás y él pone en nuestro corazón la empatía.

El enemigo nos tenía completamente dominados, malhumorados, enojados y apartados de Dios simplemente por el hecho de cruzarnos con personas que para nosotros era inconveniente cruzarnos, pero una vez comprendido el carácter de Cristo, esa conducta es completamente borrada de nuestro carácter. Ahora el enemigo ya no puede hacernos caer a través de la clase de personas con las cuales nos encontramos. Ya nunca más puede tentarnos por ese lado. Ahora necesita una estrategia nueva.

Al formular una estrategia nueva, tocará otra área de nuestro carácter, es una prueba diferente, pero a su vez es una oportunidad diferente para que Dios obre. Cada prueba es una oportunidad del enemigo para controlarnos, pero nos prueba conociendo el riesgo de que triunfemos en esa área. Cada prueba es más fuerte, más intensa, no puede rendirse con nosotros. Hasta lo último deseará que blasfememos contra Dios en su misma presencia, pero entregado en los brazos de Cristo, toda prueba se volverá un triunfo. Él no desea detenerse, tiene la esperanza que en algún momento pueda arrebatarnos del amor de Dios, pero nadie puede arrebatarnos. Si conservamos un carácter humilde, un deseo de cambiar, si no abandonamos la oración constante, si avanzamos con firmeza sabiendo que el final de la prueba siempre es la victoria, el único resultado posible es acercarnos a Dios de victoria en victoria y de gloria en gloria, y cada aflicción se transformará en triunfo.

Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18

Por qué Satanás tuvo poder sobre Job

Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie. Zacarías 3:1-5

Satanás a la diestra de un hombre es un concepto bastante feo, pero sucede. Está a su lado para acusarlo. Cuando lo acusa, por lo general tiene razón. En este caso, Josué estaba vestido de vestiduras viles y la acusación de Satanás era cierta. Por eso se nos insta a no juzgar a nuestros hermanos incluso aunque tengamos razón, porque estamos haciendo la misma obra de el acusador. El que puede resolver esta situación es justamente el intercesor, el abogado que intercede por el acusado.

Porque él se pondrá a la diestra del pobre, Para librar su alma de los que le juzgan. Salmos 109:31

Y en esta cita se nos demuestra como funciona su trabajo de reclamar poder sobre los hombres

[Satanás] induce a los hombres al escepticismo, haciéndoles perder la confianza en Dios y separarse de su amor; los induce a violar su ley, luego los reclama como cautivos suyos y disputa el derecho de Cristo a arrebatárselos. Sabe que aquellos que buscan a Dios fervientemente para alcanzar perdón y paz, los obtendrán; por lo tanto les recuerda sus pecados para desanimarlos. Constantemente busca ocasión de acusar a aquellos que procuran obedecer a Dios. Trata de hacer aparecer como corrompido aun su servicio mejor y más aceptable. Mediante incontables designios muy sutiles y crueles, intenta obtener su condenación. {CPI 639.1}


Te sentiste identificado, y no es una pregunta, es una afirmación. Buscaste fervientemente a Dios para alcanzar perdón y paz, procuraste obedecer a Dios. Diste tu mejor servicio y el más aceptable, te entregaste completamente, y lo que obtuviste a cambio fue que se te recordaron tus pecados. Alguien vino y te apuntó para que veas la mancha en tu vestido. Te sentiste acusado y consideraste que tu servicio estaba corrompido y que no servía de nada. Oíste condenación, ya sea que haya venido de afuera o se haya formulado dentro de tu mente. Esa es la voz del enemigo. Como consecuencia, dudaste, perdiste la confianza en Dios y el deseo de acercarte a él. Te separaste de su amor y fuiste dominado por el deseo de violar su ley, de hacer lo que es contrario a su carácter y de permanecer en aquello que te mantendrá alejado de él. Se ha plantado en tu mente una duda importante acerca del carácter de Dios.

Todos estos símbolos quieren decir que estás en el proceso de la prueba. El enemigo te está apuntando y te reclamó como cautivo suyo. Este fue el caso de Job, y no necesariamente hubo una brecha en tu vida, pero se te entregó en las manos del enemigo y esta es una oportunidad excelente. Podemos, en conjunto con la obra del espíritu, la compañía de los ángeles y las fuerzas de Cristo, demostrarle al universo en qué consiste el perdón, la santificación, el perfeccionamiento y verificar que en un cuerpo cargado con 6000 años de corrupción y maldad, se puede guardar la ley de Dios y declarar que él es bueno, perdonador, paciente. Que desea perfeccionarnos y escribir su ley en nuestro corazón. Que podemos confiar en él y que el tiempo de la prueba es limitado. Eso tendrá un fin pronto, y cualquiera sea la duda que se haya plantado en nuestra mente, pronto será eliminada de allí para siempre. Esta es una obra conjunta donde el carácter de Dios triunfa ante el universo, el hombre ha sido transformado a la imagen de Dios a una figura más perfecta, y el enemigo ha sido vencido y probado mentiroso una vez más. Somos colaboradores con Dios.

Y lo mejor de todo es lo que sucede una vez transformados: estamos capacitados para acompañar a tantos otros en el mismo proceso. Estuvimos solos quizá, tuvimos que aprender una lección dura sin la compañía de nadie, o en el mejor de los casos con la intercesión constante de otro a nuestro lado. Pero ahora, con gozo podemos llevar a otro el mensaje de que la situación en la cual se encuentra, tiene una salida, y el testimonio será el método más poderoso para llevar una victoria segura y descanso al que sufre

Es necesario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. Si se dedicara menos tiempo a sermonear y más al servicio personal, se conseguirían mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, atender a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de pers uasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa. {MC 102.3-4}
La oración y la intercesión

Oremos no solo por nosotros mismos sino también por los que nos han hecho daño y continúan perjudicándonos. Orad, orad sobre todo mentalmente. No deis descanso al Señor; pues sus oídos están abiertos para oír las oraciones sinceras, insistentes, cuando el alma se humilla ante él.—Comentario Bíblico Adventista 3:1159, 1160. {Or 291.1}

Hay un factor de insistencia en la oración. ¿Por qué?

Cuando muera el yo, se despertará un deseo intenso por la salvación de otros, un deseo que llevará a esfuerzos perseverantes para el bien. Se sembrará junto a todas las aguas; y súplicas fervientes, oraciones importunas, entrarán al cielo a favor de las almas que perecen.—The Review and Herald, 22 de julio de 1884. {Or 293.2}

Este factor de insistencia se despierta cuando muere el yo, y cuando nuestra principal preocupación no somos nosotros mismos sino los demás. Hay un relato que nos ayuda a comprender un poco mejor la necesidad de orar de manera constante y permanente. Y no, no es que Dios necesite escuchar repetidas veces nuestras oraciones para poder concedernos lo que necesitamos. No es que uno de los requisitos sea orar 17 veces por cada cosa y que a través de ese sacrificio Dios pueda decir “Bueno, si sacrificó tanto de su tiempo se lo voy a dar”. Tiene que ver con otra cosa

Cristo había estado hablando del período que habría de preceder inmediatamente a su segunda venida, y de los peligros por los cuales deberían pasar sus discípulos. Con referencia especial a ese tiempo relató la parábola “sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar”. {PVGM 129.1}

Como primera pista, sabemos que el propósito de todo eso es que podamos orar siempre y no desmayar, es decir, no desistir de la oración.

“Había un juez en una ciudad—dijo él—, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Pero él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela. Y dijo el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto. ¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos? Os digo que los defenderá presto”. {PVGM 129.2}

¿Leemos esta parábola y pensamos que el caso de Dios es el del juez injusto? ¿Dios es un juez injusto que no respeta a ningún hombre?

El juez presentado aquí no tenía consideración por la justicia ni compasión por los dolientes. La viuda que le presentaba su caso había sido rechazada con persistencia. Repetidas veces había acudido a él, sólo para ser tratada con desprecio, y ser ahuyentada del tribunal. El juez sabía que su causa era justa, y podría haberla socorrido en seguida, pero no quería hacerlo. Quería demostrar su poder arbitrario, y se complacía en dejarla pedir, rogar y suplicar en vano. Pero ella no quería desmayar ni desalentarse. A pesar de la indiferencia y dureza de corazón de él, insistió en su petición hasta que el juez consintió en atender el caso. “Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre—dijo—, todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela”. Para salvar su reputación, para evitar que se diese publicidad a su juicio parcial y unilateral, hizo justicia a la mujer perseverante. {PVGM 129.3}

¿Llegamos al punto de pensar que Dios no tiene consideración por la justicia, n compasión por los dolientes, con más razón si esos dolientes somos nosotros mismos? ¿Nos consideramos rechazados persistentemente cuando oramos? ¿Creemos que nos acercamos a Dios tantas veces para ser tratados con desprecio y ser ahuyentados de su sala de audiencias? ¿Creemos que él no quiere socorrernos realmente? ¿Consideramos que tiene un poder arbitrario, que disfruta vernos pedir, rogar y suplicar, que es indiferente y de corazón duro con nosotros, aunque le hayamos presentado nuestras peticiones más sinceras? ¿Creemos que si nos da algo es simplemente para salvar su reputación de Dios proveedor de todas las cosas y no verdaderamente porque nos ama?

Si es así, y sos capaz de reconocerlo, felicitaciones, porque esos conceptos acerca de Dios están a punto de ser arrancados de tu alma para que ya nunca más tengas que pensar así de tu Padre celestial. Lo peor de todo, estos conceptos siempre estuvieron dentro tuyo, siempre lo consideraste de este modo, y solamente ahora se te hace manifiesto para que Él pueda quitarlo de dentro tuyo. Tu única tarea en este caso es confesar. Humillarse y reconocerlo. Esa es la parte difícil, pero estás a una oración de ser limpio.

“¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos? Os digo que los defenderá presto”. Cristo presenta aquí un agudo contraste entre el juez injusto y Dios. El juez cedió a la petición de la viuda simplemente por egoísmo, a fin de quedar aliviado de su importunidad. No sentía por ella ni piedad ni compasión; su miseria no le importaba nada. ¡Cuán diferente es la actitud de Dios hacia los que lo buscan! Las súplicas de los menesterosos y angustiados son consideradas por él con infinita compasión. {PVGM 130.1}

La mujer que suplicó justicia al juez había perdido a su marido por la muerte. Pobre y sin amigos, no tenía medios de salvar su fortuna arruinada. Así, por el pecado, el hombre ha perdido su relación con Dios. Por sí mismo no puede salvarse, pero en Cristo somos acercados al Padre. Los elegidos de Dios son caros a su corazón. Son aquellos a quienes él ha llamado de las tinieblas a su luz admirable, para manifestar su alabanza, a fin de que resplandezcan como luces en medio de las tinieblas del mundo. El juez injusto no tenía interés especial en la viuda que lo importunaba pidiéndole liberación; sin embargo, a fin de deshacerse de sus lastimeras súplicas, la oyó, y la libró de su adversario. Pero Dios ama a sus hijos con amor infinito. Para él el objeto más caro que hay en la tierra es su iglesia. {PVGM 130.2}

Lo más llamativo de todo, es que la cita siguiente termina de conectar y reunir todo el tema de este artículo. Acá está la salida de este laberinto que Satanás diseña específicamente para nosotros:

La oración de la viuda: “Hazme justicia de mi adversario”, representa la oración de los hijos de Dios. Satanás es su gran adversario. Es “el acusador de nuestros hermanos”, el cual los acusa delante de Dios día y noche. Está continuamente obrando para representar falsamente y acusar, engañar y destruir al pueblo de Dios. Y en esta parábola Jesús enseña a sus discípulos a orar por la liberación del poder de Satanás y sus agentes. {PVGM 131.1}

Toda su obra consiste en presentarse como nuestro adversario, acusarnos, trabajar arduamente para representar falsamente al pueblo de Dios y el carácter de su Padre. Y aprendemos a orar para encontrar liberación de todo esto.

La obra de Satanás como acusador empezó en el cielo. Esta ha sido su obra en la tierra desde la caída del hombre, y será su obra en un sentido especial mientras nos acercamos al fin de la historia de este mundo. A medida que ve que su tiempo se acorta, trabaja con mayor ardor para engañar y destruir. Se aíra cuando ve en la tierra un pueblo que, aun con su debilidad y carácter pecaminoso, tiene respeto por la ley [el carácter] de Jehová. Está resuelto a hacer que ese pueblo no obedezca a Dios. Se deleita en su indignidad, y tiene lazos preparados para cada alma, a fin de que todos queden entrampados y separados de Dios. Trata de acusar y condenar a Dios y a todos los que luchan por llevar a cabo sus propósitos en este mundo, con misericordia y amor, con compasión y perdón. {PVGM 132.1}

Los hijos del Señor no pueden contestar las acusaciones de Satanás. Al mirarse a sí mismos, están listos a desesperar, pero apelan al divino Abogado. Presentan los méritos del Redentor. Dios puede ser “justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Con confianza los hijos del Señor le suplican que acalle las acusaciones de Satanás, y anule sus lazos. “Hazme justicia de mi adversario”, ruegan; y con el poderoso argumento de la cruz, Cristo impone silencio al atrevido acusador. {PVGM 132.3}

El propósito más elevado de todos, lo más glorioso que puede ocurrir en medio de la prueba, de la angustia y de la impotencia, el arma más poderosa en contra del enemigo, su frustración más grande y nuestra más poderosa victoria, es que estando en medio del valle de sombra de muerte y en completa angustia y desesperación, sepamos postrarnos invocar el nombre del Dios vivo en el nombre de su Hijo y reclamar la victoria prometida.

Cuando sufrimos pruebas que parecen inexplicables, no debemos permitir que nuestra paz sea malograda. Por injustamente que seamos tratados, no permitamos que la pasión se despierte. Condescendiendo con un espíritu de venganza nos dañamos a nosotros mismos. Destruimos nuestra propia confianza en Dios y ofendemos al Espíritu Santo. Hay a nuestro lado un testigo, un mensajero celestial, que levantará por nosotros una barrera contra el enemigo. El nos envolverá con los brillantes rayos del Sol de Justicia. A través de ellos Satanás no puede penetrar. No puede atravesar este escudo de luz divina. {PVGM 135.3}

Mientras el mundo progresa en la impiedad, ninguno de nosotros necesita hacerse la ilusión de que no tendrá dificultades. Pero son esas mismas dificultades las que nos llevan a la cámara de audiencias del Altísimo. Podemos pedir consejo a Aquel que es infinito en sabiduría. {PVGM 136.1}

Cada rechazo a la voz que nos llama a orar, a través de nuestra propia conciencia o de aquel que desea orar con nosotros, es un retraso que se le pone al tiempo de nuestra liberación. Lo que nos hubiera llevado dos horas, ahora nos llevará tres. Lo que nos hubiera llevado 5 días, ahora nos llevará una semana. Cada momento que pasamos escuchando lo que el enemigo tiene para decirnos, es una transformación más en nuestra mente que sigue torciendo el carácter de Dios. En este caso, orar se vuelve una tarea urgente. En la emergencia de la prueba, la oración es el único refugio posible.

No hay peligro de que el Señor descuide las oraciones de sus hijos. El peligro es que, en la tentación y la prueba, se descorazonen, y dejen de perseverar en oración. {PVGM 138.3}

Dios se tarda en responder

El que bendijo al noble en Capernaúm siente hoy tantos deseos de bendecirnos a nosotros. Pero como el padre afligido, somos con frecuencia inducidos a buscar a Jesús por el deseo de algún beneficio terrenal; y hacemos depender nuestra confianza en su amor de que nos sea otorgado lo pedido. El Salvador anhela darnos una bendición mayor que la que solicitamos; y dilata la respuesta a nuestra petición a fin de poder mostrarnos el mal que hay en nuestro corazón y nuestra profunda necesidad de su gracia. Desea que renunciemos al egoísmo que nos induce a buscarle. Confesando nuestra impotencia y acerba necesidad, debemos confiarnos completamente a su amor. {Or06 113.3}


¿Qué significa esto? Que nuestra tendencia está en poner a prueba a Dios. Si me responde, entonces me ama y si no me responde, ni me otorga lo que le pedí, entonces no me ama. Lo tentamos, hacemos lo mismo que le hizo Satanás en el desierto: “Si eres Hijo de Dios, harás lo que te pido, demostrarás que puedes hacerlo, y sino, entonces voy a dudar de tu condición ante el Padre, o ante mí. Demuéstrame quien eres, haz una obra que lo demuestre. Quiero la evidencia, porque tu simple palabra no vale para mí”.

En su amante cuidado e interés por nosotros, muchas veces Aquel que nos comprende mejor de lo que nos comprendemos a nosotros mismos, se niega a permitirnos que procuremos con egoísmo la satisfacción de nuestra ambición. No permite que pasemos por alto los deberes sencillos pero sagrados que tenemos más a mano. Muchas veces estos deberes entrañan la verdadera preparación indispensable para una obra superior. Muchas veces nuestros planes fracasan para que los de Dios respecto a nosotros tengan éxito. {Or06 114.1}

Nunca se nos exige que hagamos un verdadero sacrificio por Dios. Nos pide él que le cedamos muchas cosas; pero al hacerlo no nos despojamos más que de lo que nos impide avanzar hacia el cielo. Aun cuando nos invita a renunciar a cosas que en sí mismas son buenas, podemos estar seguros de que Dios nos prepara algún bien superior. {Or06 114.2}

En la vida futura se aclararán los misterios que aquí nos han preocupado y chasqueado. Veremos que las oraciones que nos parecían desatendidas y las esperanzas defraudadas figuraron entre nuestras mayores bendiciones. {Or06 114.3}

Conclusión

Creemos que nuestro paso por esta tierra es breve. Aprovechar el tiempo al máximo es clave, y Dios sabe exactamente cómo podemos ser de bendición para otras personas. Las pruebas, las dificultades y las aflicciones han sido colocadas en nuestro camino de manera que si tenemos la disposición, el resultado de ellas sea bueno y solamente bueno.

No conocemos problemas que no tengan solución. Podemos arrastrar dificultades durante años si nos proponemos obstinarnos y rebelarnos contra la palabra de Dios que nos indica el camino, pero aquellos momentos de aflicción que nos parecen eternos, pronto nos parecerán como nada cuando lleguen a su resolución. Dios es aquel que se especializa en librarnos de los tiempos de angustia, y en todo proceso hay prometida una bendición, una joya extremadamente valiosa y única que es puesta en nuestra mano cada vez que las aguas se calman y la paz reina nuevamente.

La riqueza más grande y valiosa que podemos tener en esta tierra, es una palabra de Jesús grabada para siempre en nuestro corazón. Sus palabras son la riqueza más preciada, y los tesoros que nos hacemos en el cielo consisten en esto, creerle a su palabra, conocer su carácter, escucharlo y creer que su constante amor nos acompaña, incluso en mayor medida, en aquellos momentos que parece estar ausente. No somos mejores que él y de hecho, no sabemos cuánto mejores podríamos ser, si solamente pudiéramos conocerlo tal como él es.

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